Menu Principal:
Por Robert Amadou
(Louis-Calude de Saint-Martin y el Martinismo)
Hemos visto la dialéctica de Saint-Martin y descrito bajo este término el recorrido del hombre en dirección al conocimiento de su origen y de su destino. Es interesante notar que esta marcha del pensamiento reproduce la propia marcha del ser. Comparemos, en efecto, la aprehensión del hombre por sí mismo con sus consecuencias y la aventura humana que esta aprehensión permite reconstituir.
1º - El hombre goza inicialmente de la felicidad edénica. El menor toma consciencia de su imperfección actual y de la aspiración de su espíritu, en una palabra, de la idea de la beatitud original. Recuerda esto en primer lugar.
2º - Después medita sobre el sufrimiento que es su quiñón en esta vida. Descubre el estado después de la caída. Así el hombre en su periplo cae del Cielo para venir a la Tierra.
3º - Finalmente, el Hombre miserable comprende el misterio del pasaje, la distancia que separa los dos estados. Así el Hombre caído transpondrá nuevamente la distancia infinita, rehará el trayecto que conduce a la Felicidad y obtendrá su Reintegración.
Tesis, antítesis y síntesis. Felicidad primordial, caída y reintegración. El menor espiritual posee el trazado de su destino. Él reconoce, seguramente, a través de un procedimiento lógico basado en su curva ontológica. Cada hombre reencuentra en su espíritu la eterna epopeya del Hombre.
"Tengo por verdadero lo que me es dado por verdadero en el fondo íntimo de mi alma" (37). Así, Salzmann define la verdad. Sin duda, Saint-Martin no habría negado esa profesión de fe de un iluminado. ¿Pero lo habría juzgado suficiente para fundar una doctrina, para presidir una iniciación, es decir, un comienzo? Es lo que se pretendió varias veces. Algunos quisieron construir el conjunto del sistema Martinista sobre ese único criterio subjetivo. Y es porque el cuadro del cual tratamos de trazar las grandes líneas parecerá, tal vez, muy intelectual, muy intelectualista. Nos censurarán, tal vez, por haber insistido sobre el aspecto racional del Martinismo. Sería fácil responder que este aspecto es el único que se puede exponer o discutir y que más allá de todo, la pura mística no se describe ni se pliega, que la exhortación, por el propio hecho de ser formulada, sufre el impacto de la razón y reconoce implícitamente su poder.
NOTAS:
(37) Carta al Sr. Herbort.